Si hacemos referencia al refrán popular que dice que “no siempre llueve a gusto de todos”, hay que reconocer que esta premisa se cumple al pie de la letra cuando hablamos de las criptomonedas, una de las tendencias más destacables en estos últimos meses. Esto ocurre porque precisamente existe un sector entre los Internautas que está sufriendo severamente las consecuencias del despliegue masivo de esta nueva tecnología: los gamers. Para poder explicar este fenómeno, primero hay que entender algunos principios básicos de las criptomonedas que dejarán más clara la historia. Después, podremos explicar por qué las criptomonedas están perjudicando a los jugadores de videojuegos.
¿Cómo funciona una criptomoneda por dentro? Te lo explicamos de una manera simple
Como cualquier otra moneda, el objetivo de esta tecnología es evidente: un intercambio por bienes y servicios equitativamente. Pero su operativa interna no es tan trivial, no son billetes que se imprimen en una fábrica. Para asegurar el correcto funcionamiento de este tipo de moneda, es necesario que existan una serie de elementos tejiendo toda la maquinaria como veremos a continuación.
La famosa cadena de bloques
En primer lugar, es importante tener claro este concepto en el que sustentan todas las criptomonedas. La cadena de bloques es un mecanismo por el cual, es posible disponer de un contenido distribuido entre miles o millones de ordenadores sin un organismo central que lo gestione. La cadena de bloques permite distribuir cualquier dato gracias a su estructura. Desde un sistema de ficheros como Dropbox, pasando por una librería virtual y hasta una contabilidad de operaciones monetarias.
A efectos prácticos, todos estos elementos anteriormente mencionados, son ficheros, y cualquier organización de ficheros es distribuible e identificable a través de esta cadena de bloques. Cada ordenador del mundo puede almacenar un pedacito de esa información, varios ordenadores almacenan el mismo pedacito por si alguno de ellos se apaga, y en conjunto toda la red de ordenadores internacional almacena el conjunto disponible para el resto.
La contabilidad de las criptomonedas
Por otro lado, para que una moneda tenga sentido, necesita un registro de operaciones que lleve el control de su existencia. Este registro se almacena en esa cadena de bloques mencionada anteriormente. Pero no solo es suficiente con el almacenaje; también es necesario un sistema que permita corroborar que dicha información es válida.
El peor enemigo del gamer: el minero
Aquí es donde empieza el verdadero dilema de las criptomonedas. Diariamente se generan miles de millones de operaciones. Cada vez que una persona simplemente manda una porción de una criptomoneda a cualquiera, se tiene que anotar ese registro. Y cada vez que se genera ese registro, se necesitan varias confirmaciones por parte de puntos neutrales en la red. No existe manera de manipular esto, dado que estas confirmaciones son aleatorias.
Pero estas confirmaciones requieren de muchísima potencia informática. Por ello, surge la figura del “minero”. El minero es una persona que simplemente pone a disposición su ordenador para toda la red, con el exclusivo objetivo de confirmar estas operaciones, es decir, minar criptomonedas. A cambio, se lleva una pequeña comisión por sus servicios. Cuantas más operaciones se confirmen, más comisiones para el “minero”.
Lo interesante, es que estos mineros de criptomonedas se dieron cuenta hace años, que las tarjetas gráficas, concebidas originalmente para jugar a videojuegos muy sofisticados, eran la mejor herramienta para acelerar este trabajo. Por tanto, se lanzaron a comprar millones de estas tarjetas para ponerlas a su servicio. Y esto ha provocado que los principales fabricantes de tarjetas se queden sin stock, que no dan abasto para producir nuevas al ritmo que los mineros las compran.
Como es posible que ya te hayas dado cuenta a estas alturas, en toda esta historia hay un tremendo perjudicado: el gamer. Los jugadores de videojuegos para PC están abocados a tener que invertir grandes fortunas para disponer de unas tarjetas gráficas que en otras condiciones posiblemente les hubieran costado menos de la mitad. La ley de la oferta y la demanda en este caso juega en contra de ellos. Y este es el motivo que da respuesta a la pregunta original.