Kakuna permanece prácticamente inmóvil al encaramarse a
los árboles, aunque la actividad interna de su organismo
tiene un ritmo frenético, pues se prepara para su evolución.
Prueba de esto es la alta temperatura de su caparazón. Se esconde de sus atacantes entre las ramas de los
árboles mientras espera a evolucionar. Casi incapaz de moverse, este Pokémon solo puede
endurecer su caparazón para protegerse.
