Posiblemente muchos recordemos cómo en 2013 el famoso Edward Snowden desveló toda la trama de espionaje mundial de los servicios de inteligencia estadounidenses, conocida con el pseudónimo de PRISM. En este evento, se expuso la posibilidad y facilidad que tenía dicho gobierno para acceder a cualquier dispositivo tecnológico del mundo y tener absoluto control sobre los datos manejados en el mismo.
Para muchos usuarios en Internet, esto ha supuesto un antes y un después en lo que se refiere a temas de privacidad, dado que, aunque anteriormente muchos sospechaban de que nos espían por nuestros dispositivos, dichos rumores fueron consolidados y difundidos por todo el mundo. Si aún queda algún escéptico, debe saber que el hecho de que nos pueden ver por la cámara del teléfono, aun siendo improbable, es absolutamente posible.
Nos espían por nuestros dispositivos: del mito a la realidad
En primer lugar es importante tener claro que este tipo de espionaje se gestiona con un grado enorme de secretismo y posiblemente el riesgo que tiene una persona cualquiera de que esto le suceda en la actualidad es inferior a la posibilidad de que cualquier otra desgracia de mayor calibre nos ocurra. Por ende, aunque muchos han optado por incorporar algunas medidas de privacidad adicionales y cautelares, como tapar la cámara del portátil, esto no debe ser un sinónimo de alerta.
Sin embargo, no hay que olvidar que existen otros métodos para acceder a la cámara sin necesidad de pertenecer a una agencia gubernamental. Esto es posible gracias al uso de virus y troyanos, los cuales se encargan de abrir una “puerta” en nuestro ordenador para facilitar el acceso a dispositivos como la webcam.
¿Cómo nos pueden ver por la cámara del teléfono?
Ya sea por la cámara de nuestro teléfono como la del portátil o incluso una webcam USB instalada en nuestro ordenador de sobremesa, los métodos de acceso no autorizado pueden ser variados:
- El primero, como comentábamos anteriormente, es gracias a sistemas extremadamente sofisticados a nivel gubernamental que hacen uso de ciertas vulnerabilidades de los sistemas informáticos, especialmente a escala de red. No se sabe con precisión el “modus operandi”, pero es posible que incluso acuerdos con las grandes marcas de sistemas operativos como Microsoft y Google, junto a las operadoras de telecomunicaciones, intermedien en este proceso.
- Por otro lado, tenemos el tema de los troyanos, un tipo de virus cuya misión es tomar el control del ordenador infectado y facilitar acceso remoto a voluntad. Existen troyanos con diferentes capacidades: algunos simplemente se dedican a enviar información mientras que otros permiten un control más exhaustivo, como el acceso a la cámara web, micrófono y otras funciones del teléfono o del ordenador.
- Vulnerabilidades del sistema: este tipo de ataque es el más improbable, pero siempre está latente. A veces surgen problemas en los sistemas como Android y Windows, los cuales facilitan a un atacante ejecutar un “código malicioso” que le permite ganar el permiso de uso de ciertos dispositivos, como la cámara frontal. No tiene ni siquiera por qué ser un acceso a la cámara en tiempo real. Algunos sistemas se conforman con mandar sucesiones de fotografías que podrían recomponerse como un vídeo.
Tapar la cámara del portátil puede ser una solución preventiva
Por muchos mecanismos de seguridad a los que podamos recurrir, como es el caso de los antivirus o las últimas actualizaciones regulares del sistema, el riesgo no desaparece completamente. Los expertos en seguridad siempre recomiendan protegerse de la manera más sencilla: tapando la cámara con una pegatina opaca. De hecho, desde hace varios años (en especial desde el fenómeno Snowden), algunas compañías lanzaron al mercado unos clips que permitían tapar la cámara temporalmente.
Lo cierto es que, sea como sea, el mayor riesgo nunca está en los gobiernos, sino en los atacantes maliciosos que buscan espiar la cámara para conseguir imágenes comprometidas con el objetivo del soborno. Por eso nunca es mala idea taparla, aunque tampoco es algo que deba preocuparnos en exceso.