Existen muchos usuarios que prefieren montar su ordenador, ya sea comprando las piezas más recomendadas en función del uso que vayan a dar a su equipo, o pidiéndolas y montándoselo por ellos mismos. Muchos de este tipo de usuarios seguramente escucharán hablar tarde o temprano del concepto de overclocking para mejorar las capacidades de su máquina, sin invertir más dinero, ¡todo gracias a la tecnología!.
Si ya somos uno de estos usuarios, o si simplemente ya nos desenvolvemos cómodamente con los elementos de hardware que un ordenador posee, el overclocking puede ser una gran oportunidad de llevar nuestra experiencia de uso al siguiente nivel.
Habiendo entendido las ventajas que ofrece un overclock, y creyendo que podríamos ser capaces de iniciarnos en esta práctica, es importante tener en cuenta una serie de elementos sobre cómo hacer overclocking.
¿Cómo se hace el overclocking? Una guía práctica
Antes de iniciarnos en esto, hay que reconocer que hoy en día la mayoría de los fabricantes principales, Intel, AMD y NVIDIA ofrecen muchísimas facilidades para incrementar la frecuencia del ordenador, ajustando todos los parámetros de manera automática por nosotros y simplificando todo este proceso de sobremanera.
Esto se hace especialmente notable en las tarjetas gráficas que ya incorporan aplicaciones tales como NVIDIA nTune y ATI Overdrive, dos herramientas que simplifican este proceso significativamente. También fabricantes como MSI otorgan herramientas como MSI Afterburner, que son un estándar en el ámbito del overclocking para que los usuarios puedan conseguir resultados sin demasiado esfuerzo.
Pero si queremos hacer un overclock seguro y además pretendemos conocer con algo más de profundidad el proceso, es fundamental destacar los principales componentes que involucran esta práctica.
Temperatura: la clave principal en todo overclocking
Solo existe un parámetro que nos dirá, con cierto nivel de garantía, si la cosa va bien, o si tenemos riesgo de estropear el equipo: la temperatura del sensor del procesador o GPU en cuestión. Generalmente al hacer un overclock mal pueden pasar dos cosas:
- Que el sistema se vuelva completamente inestable y tengamos reinicios constantes.
- Que el sistema se sobrecaliente en exceso, quemando los componentes internos e incluso incrementando el riesgo de incendio.
Existen aplicaciones como Core Temp o Aida64 que permiten monitorizar varios aspectos del ordenador, pero sobre todo la temperatura, que es lo que aquí nos atañe.
Cómo hacer overclocking fino: entendiendo los multiplicadores
En el mundo del overclocking mucho se suele medir con un multiplicador, es decir, un número que multiplica la frecuencia base del procesador en cuestión. Por ejemplo, si nuestra frecuencia base es 3 Ghz y queremos aumentar un 50%, tendremos que modificar el multiplicador BCLK (reloj/frecuencia base) a 150 (100 que es la base más 50 que es el 50% que queremos incrementar).
Al aumentar la frecuencia es posible que empecemos a notar mucha inestabilidad: reinicios, pantallas azules, etc. Esto es debido a que no llega suficiente potencia al procesador para ejecutar sus funciones a esa velocidad. Es por ello que deberemos suministrar más voltaje a través del sistema de configuración (generalmente todo esto se hace a través de la BIOS/UEFI). Hay que recordar que el overclocking también aumenta el consumo de electricidad, por lo tanto, la factura de la luz será superior a final de mes si hacemos un uso muy intensivo: algo que para muchos es posible que no compense.
Lo ideal es utilizar los parámetros de overclocking por defecto que ofrecen los fabricantes, o alternativamente buscar en páginas especializadas patrones de configuración que otros usuarios hayan utilizado, y copiarlos al pie de la letra tomando en consideración nuestro modelo de procesador.
Estabilizando del sistema
A simple vista, después de hacer un overclock es posible que no notemos nada especial. Esto es debido a que los procesadores no suelen estar siempre al 100% si no tienen un motivo para ello.
Por ello es importante utilizar un programa que sobrecargue el sistema y así podremos comprobar con precisión, y junto al programa de temperatura anteriormente instalado, qué tal se comporta la nueva configuración. Lo ideal es usar herramientas como Prime95, test de stress CPU-Z o programas de Benchmarking como PassMark o Cinebench.