Tecnología
Esto es lo que debes tener en cuenta al comprar un ordenador de segunda mano
El simple acto de romper el envoltorio de cualquier producto tecnológico recién comprado provoca, en la mayoría de los casos, que automáticamente su precio baje entre un 15 y un 30% de lo que valía originalmente. Y es que estrenar algo tiene un precio, por el que no todo el mundo está dispuesto a pagar. A esto hay que restarle el “efecto de desvalorización” a lo largo del tiempo desde su compra, en el que se asume que un producto ha sido utilizado y por ende sufrió un desgaste.
Por estas dos razones, si nos acercamos al mercado de segunda mano, podremos encontrar ordenadores que nos sorprendan en precio, cuyas prestaciones superarían a cualquier ordenador recién adquirido en tienda. Pero existen ciertos riesgos a tener en cuenta y es que, como dice el refrán, “no es oro todo lo que reluce”.
¿Qué debemos mirar en un ordenador de segunda mano para evitar problemas?
Vamos a analizar todos los elementos que debemos tener en cuenta antes de decidirnos a dar el paso y comprar un ordenador de segunda mano, sin que al final el collar nos salga más caro que el perro.
1. Saber qué estamos comprando
La legislación trata de ser poco compasiva con el “marketing fraudulento” y aun así, incluso cuando compramos un ordenador nuevo, nos pueden estar tratando de vender algo que realmente no es. Dependiendo de a quién compremos el ordenador, es posible que la especificación que usen sea la misma que la que le pusieron en factura el día de su compra, y por eso los mismos errores de venta nos los pretenda transmitir a nosotros. Por ejemplo, mucha gente confunde memoria RAM con “la memoria” del disco duro.
Por eso, lo correcto es conocer los modelos exactos de cada elemento. En caso de un ordenador hecho por piezas es bueno saber hasta el más mínimo detalle, como las latencias de las memorias RAM o el tipo de disco duro que está instalado (no es lo mismo un SATA 3 que un PCIe NVMe). En el caso de los portátiles hay que pedir el modelo específico. Generalmente estos tienen un modelo genérico, por ejemplo, HP Pavilion 15 y luego tienen un modelo específico, por ejemplo: “BC450NS”. De modelos genéricos encontramos cientos de posibilidades, pero específico solo hay uno. Este dato suele venir en una pegatina en la parte inferior del ordenador que nos permitirá saber con detalle todos y cada uno de los componentes que monta.
2. Entender a quién se lo estamos comprando
Esta es una parte bastante compleja y es más relevante en función del tipo de ordenador que estamos adquiriendo. Similar a lo que ocurre con los coches, a mayor kilometraje menor es el precio. Pero en los ordenadores esto es muy difícil de saber. Generalmente el principal riesgo es que el ordenador se haya usado para fines de consumo masivo, como minar criptomonedas, lo cual supondría un desgaste superior a lo normal. En los portátiles esto es inusual, pero si han podido estar expuestos a altas temperaturas con mala refrigeración o por seguir malas prácticas.
Por eso la regla suele ser: si compramos a un particular hay que fiarse de las condiciones, y buscar un precio bajo sea como sea. Pero si compramos a una empresa podemos exigir garantías de más de 1 año para estar más tranquilos.
3. Pruebas de rigor
Aquí tenemos dos opciones: si el vendedor está dispuesto a dejarnos probar el equipo al ir a comprarlo o en caso de que lo compremos a distancia.
Al llegar el ordenador a casa existen algunos tests de rigor que podemos hacer. Generalmente, cuando un ordenador ha sido maltratado tiende a tener unas temperaturas más altas de lo normal bajo muy poca presión.
Existen programas llamados “benchmarks” que permiten “presionar” un poco al sistema para valorar su estado. De hecho, si hay un problema serio, durante dichos benchmarks es posible que el ordenador se reinicie, o algún componente se ralentice súbitamente (efecto llamado “throttling” como un mecanismo de defensa ante el sobrecalentamiento).
En caso de que esto pase, contactar con el vendedor y explicarle la situación con pruebas. Lo más probable es que podamos llegar a un acuerdo y nos permita una compensación por la posible reparación o sustitución que esto suponga.
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