Dentro del mundo del gaming, existen opiniones encontradas acerca de la importancia del disco duro a la hora de jugar a videojuegos. Hemos de tener en cuenta que si planteamos este tema desde una perspectiva meramente técnica, el disco duro no afecta en realidad al rendimiento general del juego, dado que todo lo que “usamos” dentro de un juego se aplica, o bien de la memoria RAM, o bien desde la caché del procesador, elementos sobre los que, quizá, deberíamos prestar más atención para conseguir la máxima potencia.
¿Qué debemos de tener en cuenta a la hora de comprar un disco duro para gaming?
Antes de poder decantarnos por un disco duro u otro, es importante entender el rol del procesador dentro de un equipo y cómo este afecta al rendimiento en los juegos, al menos de manera indirecta.
Como ya sabremos, cuando descargamos un juego todo el contenido del mismo, es decir, todos los ficheros que lo componen, se depositan en el disco duro que elijamos.
Al arrancar el juego, lo que hace el sistema operativo es introducir en la memoria RAM todos aquellos ficheros que considera fundamentales para que el juego funcione. Lo mismo ocurre con la memoria de la tarjeta gráfica, que hace lo propio con aquellos elementos que tienen que ver con el aspecto visual del juego.
Sin embargo, una vez esos archivos han sido cargados, ya no existe más intercambio entre la memoria y el disco duro durante una partida, salvo por algunos elementos puntuales como las texturas (que permiten carga diferida), así como algún otro caso excepcional: si la memoria RAM está completamente llena y hemos decidido incorporar una memoria especial llamada “swap” o de intercambio que se aloja en el disco duro.
Esto podría darle cierto sentido al hecho de tener un disco duro rápido, pero no es correcto del todo. En el momento que un juego empieza a utilizar memoria swap, todo se ralentiza bastante y el juego da tirones. No hay que olvidar que la memoria RAM es al menos diez veces más rápida que el mejor disco duro y, por tanto, por muy bueno que sea el disco duro, la memoria swap jamás podrá dar la talla.
En caso de que nos quedemos sin memoria RAM, la única solución no es mejorar el disco duro, sino ampliar la memoria RAM total.
Pero entonces: ¿qué sentido tiene un disco duro más rápido para gaming si no se hace apenas uso del mismo? Al empezar una partida de cualquier juego, nos habremos dado cuenta que suele haber una pantalla de carga. Esa pantalla está ahí porque es el tiempo que tarda el juego en poner los archivos necesarios para dicha partida en la memoria RAM y en la memoria de la GPU desde el disco duro. Ahí se cargan las texturas específicas del mapa, de los personajes, las estructuras, los paisajes y demás elementos que harán que la partida se pueda ejecutar correctamente.
Por eso, cuanto más rápido sea el disco duro, más cortas serán las pantallas de carga y podremos empezar a jugar una nueva partida lo antes posible.
¿Qué disco duro es el mejor para jugar entonces?
En la actualidad, sin lugar a dudas existe un tipo de disco duro que domina en velocidad: el llamado “Solid State Drive” o disco duro SSD. Estos harán que esas pantallas de carga de las que hablábamos anteriormente pasen en un suspiro. Los discos duros mecánicos de toda la vida solo ralentizan este proceso.
Sin embargo, dentro de los discos duros SSD existen diferentes tipos:
- Discos M.2: son discos SSD que se ponen en un puerto PCI-e. La tasa de transferencia de estos puertos es muy superior al clásico puerto SATA al que se han estado conectando los discos en esta última década. Un disco M.2. puede llegar a dar una tasa de transferencia de más de 3GB/s de lectura.
- Discos SATA: serían la versión un poco más lenta pero asequible de los discos duros SSD. Suelen tener un tamaño de 2,5 pulgadas (aunque los hay de 1,8 pulgadas) y se conectan a un puerto SATA 3, como su nombre indica. La velocidad máxima es mucho más reducida que en los M.2, alcanzando a lo sumo 500MB/s, es decir, 6 veces menos que un M.2; no obstante, en contrapartida, son mucho más baratos, pues llegan a costar la mitad y tienen la misma capacidad.
Como hemos indicado, la diferencia entre un disco u otro a la hora de jugar solo afecta a los tiempos de carga de la partida. Comparando un disco SSD con un disco magnético, la diferencia será extremadamente alta, aunque la diferencia entre un SSD SATA y uno M.2 es apenas despreciable. Por eso, no suele ser muy recomendable esa inversión adicional específicamente para gaming. Es mejor invertir ese dinero extra en algo más de capacidad que, con el tiempo, seguramente echemos en falta.