Así es como funciona el obturador en una réflex

La fotografía profesional se sustenta en dos elementos principales sobre los que giran todo el resto de los elementos de la cámara: la apertura, la cual se realiza a través de unas hojas que se cierran o se abren en función de la intención del fotógrafo y la velocidad de obturación, que se facilita con una pieza cuya misión es muy sencilla: abrirse o cerrarse para dejar pasar la luz.

Para poder capturar una fotografía de calidad es necesario que el sensor se exponga a la luz durante el tiempo suficiente, pero no más de la cuenta, dado que, en otro caso, el resultado final podría acabar con un exceso de iluminación que impida su correcta visualización. Por eso, toda la maquinaria que compone la fotografía está diseñada para dejar pasar la cantidad de luz necesaria durante el tiempo preciso para obtener el resultado deseado.

¿Cómo funciona el obturador de la cámara réflex?

Precisamente al inicio y de una manera muy simplista, hemos explicado cómo funciona el obturador: se trata de un mecanismo que actúa a una velocidad extremadamente rápida y se ocupa de facilitar el acceso de luz al sensor durante unas milésimas de segundo. Al intervalo desde que el obturador se abre hasta que se cierra, se le denomina “velocidad de obturación” y la función principal del botón que presionamos para efectuar la captura es la de abrir este obturador.

Generalmente, las cámaras réflex tienen una opción para graduar la velocidad de obturación, dado que, como veremos a continuación, un mayor o menor tiempo de exposición produce resultados diferentes en ciertos aspectos de la fotografía.

De hecho, la cantidad de efectos que podemos lograr manipulando esta variable es muy grande, y en gran medida explica para qué sirve el obturador de la cámara en términos técnicos.

¿Cómo se mide la velocidad de obturación?

Como ya hemos indicado, la velocidad es increíblemente rápida y por ello es necesario medirla en fracciones de segundo. Así, una cámara de mayor calidad será capaz de conseguir mayor velocidad de obturación. Estamos hablando de fracciones como 1/8000 parte en casos de cámaras profesionales (por debajo de una milésima de segundo, puesto que esta sería 1/1000 parte de segundo).

También es posible graduar el lado opuesto: exposiciones muy grandes, por encima de los 10 segundos. Esto tiene sentido, exclusivamente, en situaciones de muy baja cantidad de luz, dado que, en otro caso, la fotografía quedaría ofuscada inmediatamente.

¿Para qué sirve el obturador de la cámara? Aplicaciones prácticas

Christian Mueller || Shutterstock

Una vez entendido cómo funciona el mecanismo, ahora vamos a analizar algunos elementos que influyen sobre la necesidad de tener el obturador más o menos tiempo en función de las circunstancias.

El obturador y el movimiento

En situaciones de movimiento con suficiente luz, hay que recordar que una sobreexposición provoca el llamado “Motion Blur”, es decir, desenfoque de movimiento. Cuando hacemos una fotografía de un elemento que se desplaza a una velocidad muy grande y queremos congelar dicha imagen, tenemos que recurrir a velocidades de obturación por debajo de la milésima. En otro caso, el movimiento resultará desenfocado y dejará una estela que estropeará el resultado.

Pero en aquellos objetos que se mueven a una velocidad más lenta, podríamos usar una velocidad menor y el resultado no se verá afectado.

El obturador y la iluminación

El otro elemento imprescindible que debemos tener en cuenta a la hora de realizar una fotografía es la iluminación disponible. Si nos encontramos en un sitio muy oscuro, y queremos obtener un mínimo de “información” del medio que permita representar la imagen en nuestra fotografía, tendremos que jugar con los dos elementos clave: utilizar la máxima apertura que la cámara nos ofrezca y, simultáneamente, una velocidad de obturación extremadamente lenta para que durante una larga exposición a la luz, sea posible capturar lo máximo que se le presenta.

Pero existe un problema: todo pequeño movimiento durante este periodo, aunque sea minúsculo, provocará un increíble desenfoque que estropeará el resultado final (salvo que esa sea nuestra intención, como por ejemplo cuando aplicamos la técnica del “lightpainting”). Por ello, será necesario impedir que la fotografía apunte a elementos que puedan moverse y, simultáneamente, será imprescindible usar un buen trípode para estabilizar la imagen al máximo.

La fotografía profesional se sustenta en dos elementos principales sobre los que giran todo el resto de los elementos de la cámara: la apertura, la cual se realiza a través de unas hojas que se cierran o se abren en función de la intención del fotógrafo y la velocidad de obturación, que se facilita con una pieza cuya misión es muy sencilla: abrirse o cerrarse para dejar pasar la luz.

Para poder capturar una fotografía de calidad es necesario que el sensor se exponga a la luz durante el tiempo suficiente, pero no más de la cuenta, dado que, en otro caso, el resultado final podría acabar con un exceso de iluminación que impida su correcta visualización. Por eso, toda la maquinaria que compone la fotografía está diseñada para dejar pasar la cantidad de luz necesaria durante el tiempo preciso para obtener el resultado deseado.

¿Cómo funciona el obturador de la cámara réflex?

Precisamente al inicio y de una manera muy simplista, hemos explicado cómo funciona el obturador: se trata de un mecanismo que actúa a una velocidad extremadamente rápida y se ocupa de facilitar el acceso de luz al sensor durante unas milésimas de segundo. Al intervalo desde que el obturador se abre hasta que se cierra, se le denomina “velocidad de obturación” y la función principal del botón que presionamos para efectuar la captura es la de abrir este obturador.

Generalmente, las cámaras réflex tienen una opción para graduar la velocidad de obturación, dado que, como veremos a continuación, un mayor o menor tiempo de exposición produce resultados diferentes en ciertos aspectos de la fotografía.

De hecho, la cantidad de efectos que podemos lograr manipulando esta variable es muy grande, y en gran medida explica para qué sirve el obturador de la cámara en términos técnicos.

¿Cómo se mide la velocidad de obturación?

Como ya hemos indicado, la velocidad es increíblemente rápida y por ello es necesario medirla en fracciones de segundo. Así, una cámara de mayor calidad será capaz de conseguir mayor velocidad de obturación. Estamos hablando de fracciones como 1/8000 parte en casos de cámaras profesionales (por debajo de una milésima de segundo, puesto que esta sería 1/1000 parte de segundo).

También es posible graduar el lado opuesto: exposiciones muy grandes, por encima de los 10 segundos. Esto tiene sentido, exclusivamente, en situaciones de muy baja cantidad de luz, dado que, en otro caso, la fotografía quedaría ofuscada inmediatamente.

¿Para qué sirve el obturador de la cámara? Aplicaciones prácticas

Christian Mueller || Shutterstock

Una vez entendido cómo funciona el mecanismo, ahora vamos a analizar algunos elementos que influyen sobre la necesidad de tener el obturador más o menos tiempo en función de las circunstancias.

El obturador y el movimiento

En situaciones de movimiento con suficiente luz, hay que recordar que una sobreexposición provoca el llamado “Motion Blur”, es decir, desenfoque de movimiento. Cuando hacemos una fotografía de un elemento que se desplaza a una velocidad muy grande y queremos congelar dicha imagen, tenemos que recurrir a velocidades de obturación por debajo de la milésima. En otro caso, el movimiento resultará desenfocado y dejará una estela que estropeará el resultado.

Pero en aquellos objetos que se mueven a una velocidad más lenta, podríamos usar una velocidad menor y el resultado no se verá afectado.

El obturador y la iluminación

El otro elemento imprescindible que debemos tener en cuenta a la hora de realizar una fotografía es la iluminación disponible. Si nos encontramos en un sitio muy oscuro, y queremos obtener un mínimo de “información” del medio que permita representar la imagen en nuestra fotografía, tendremos que jugar con los dos elementos clave: utilizar la máxima apertura que la cámara nos ofrezca y, simultáneamente, una velocidad de obturación extremadamente lenta para que durante una larga exposición a la luz, sea posible capturar lo máximo que se le presenta.

Pero existe un problema: todo pequeño movimiento durante este periodo, aunque sea minúsculo, provocará un increíble desenfoque que estropeará el resultado final (salvo que esa sea nuestra intención, como por ejemplo cuando aplicamos la técnica del “lightpainting”). Por ello, será necesario impedir que la fotografía apunte a elementos que puedan moverse y, simultáneamente, será imprescindible usar un buen trípode para estabilizar la imagen al máximo.